En el corazón del norte de Italia, el Veneto Hub for Circularity es pionero en un nuevo modelo de simbiosis industrial-urbana: convierte aceites de cocina usados en biomateriales de alto valor y demuestra cómo los residuos pueden convertirse en una piedra angular de la bioeconomía regional.
Una visión circular para los aceites de cocina
Diariamente, millones de cocinas en toda Italia producen un subproducto, pequeño pero significativo: el aceite de cocina usado (ACU). Es lo que queda después de preparar un fragante fritto misto di pesce u otros platos favoritos, algo que la mayoría de la gente tira sin pensarlo dos veces. Con demasiada frecuencia, este aceite termina en los desagües domésticos, obstruyendo tuberías y contaminando vías fluviales; otras veces, simplemente se desecha como residuo no reciclable. Sin embargo, este humilde líquido, que una vez chisporroteó en una sartén, encierra un potencial extraordinario. ¿Qué pasaría si ese mismo aceite, así como otros valiosos subproductos, pudieran transformarse mediante un proceso innovador en materiales sostenibles utilizados en los mismos envases que manejamos a diario en el supermercado? Esta es precisamente la visión que impulsa el Veneto Hub for Circularity.

Ubicado en la región del Véneto —el territorio más amplio de Venecia, reconocido por su centenaria combinación de artesanía e innovación—, el Hub demuestra cómo los gestos cotidianos pueden reconectarse con ecosistemas industriales avanzados. En el centro de este esfuerzo colaborativo se encuentra Novamont, uno de los actores internacionales en el campo de los bioplásticos y el desarrollo de bioproductos y bioquímicos, y procesos biotecnológicos que convierten recursos renovables en nuevos materiales. Junto a Novamont, la empresa pública de gestión de residuos Contarina, uno de los operadores circulares más eficientes de Europa, y Legacoop, la mayor asociación de cooperativas de Italia, aportan su profundo arraigo local y su dilatada experiencia en empresas comunitarias sostenibles. Sherpa Srl, una empresa derivada de la Universidad de Padua, apoya la iniciativa con coordinación técnica y experiencia en diseño sistémico, garantizando que la cooperación entre los actores industriales, públicos y cívicos se mantenga cohesionada y con visión de futuro.
Juntos, estos socios persiguen una misión clara y convincente: cerrar el ciclo de los aceites de cocina usados. En lugar de tratar estos residuos cotidianos como desechos, el Hub busca transformarlos en productos cotidianos, como películas de origen biológico para envases alimentarios sostenibles: biomateriales delgados y de alto rendimiento que algún día podrían envolver los productos que encontramos en cualquier despensa o estante de supermercado. De esta manera, el aceite que antes se usaba para freír mariscos podría volver a los hogares en forma de envases sostenibles, completando así un ciclo tangible de valor. El Veneto Hub nos recuerda así que la circularidad no comienza en laboratorios ni fábricas, sino en nuestras propias cocinas.
Sin embargo, esta iniciativa es más que un experimento tecnológico; es un modelo vivo de simbiosis urbano-industrial, donde ciudades, industrias y ciudadanos colaboran para minimizar los residuos y maximizar los beneficios compartidos. El Veneto Hub funciona como un ecosistema en evolución de empresas, servicios públicos, autoridades públicas, centros de investigación y cooperativas, interconectados a través de una densa red de colaboraciones que trasciende las fronteras tradicionales. Funciona de forma muy similar a un distrito industrial de nueva generación, sustentado por alianzas beneficiosas para ambas partes que equilibran la competitividad económica con la responsabilidad ambiental.
Tecnologías inteligentes que impulsan la transformación
Tras la visión del Veneto Hub se esconde una sofisticada combinación de ciencia, ingeniería y colaboración. Transformar un residuo de cocina en un biomaterial de alto rendimiento requiere toda una cadena de innovación: desde la recolección y la purificación hasta la bioconversión y el diseño del producto. Cada paso se desarrolla y prueba cuidadosamente en laboratorios, plantas piloto y plantas industriales de la región, garantizando que cada gota de aceite de cocina usado pueda transformarse en algo nuevo y de valor duradero.
El proceso comienza con la recolección y gestión, a cargo de Contarina, la empresa pública responsable de los servicios de gestión de residuos en gran parte del Véneto. La empresa está perfeccionando la forma en que se recogen los aceites de cocina usados en hogares, restaurantes y negocios locales. Se están planificando campañas de recolección específicas durante las fiestas populares y los eventos comunitarios, facilitando así la contribución directa de los ciudadanos a la economía circular. Se analizan muestras de centros de reciclaje y cocinas comerciales para comprender su composición, lo que orienta las mejoras en la purificación y el procesamiento.
Una vez recolectados, los aceites se trasladan a los laboratorios de biotecnología y química de Novamont, donde se pretratan, purifican y preparan para su transformación. Allí, los investigadores diseñan biorrefinerías de múltiples materias primas capaces de convertir estos diversos aceites en los componentes químicos esenciales para la fabricación de nuevos materiales. Mediante procesos avanzados de fermentación y catalíticos, la materia prima se transforma en monómeros y biopolímeros que pueden utilizarse para producir biomateriales y bioplásticos para el envasado sostenible de alimentos.
Para lograrlo, los científicos también están explorando cómo recuperar subproductos y fracciones valiosos que se pueden valorizar aún más en productos intermedios que se pueden reintroducir en el proceso, reduciendo tanto los residuos como el consumo de energía, y mejoradores del suelo como el biocarbón y los bioestimulantes que pueden mejorar la salud del suelo y apoyar la agricultura regenerativa.
Estos avances tecnológicos van acompañados de un fuerte enfoque en la ampliación de escala y la viabilidad industrial. Los conocimientos de laboratorio se están transfiriendo a reactores piloto y demostradores industriales, garantizando que lo que funciona en la investigación pueda prosperar en condiciones económicas reales. El Centro Véneto actúa así como puente entre la ciencia y la producción, probando, adaptando y validando cada proceso hasta que pueda consolidarse por sí solo en el mercado.
Finalmente, la transformación no es solo tecnológica, sino también organizativa. El Hub opera como un sistema vivo de colaboración entre servicios públicos, cooperativas e innovadores industriales. Legacoop está mapeando las cooperativas que generan o gestionan aceites usados, identificando a aquellas listas para unirse a la cadena de valor circular. Al conectar a estos actores locales, el Hub construye la infraestructura de una nueva bioeconomía regional que valora los residuos, recompensa la participación y demuestra que la sostenibilidad puede surgir de la vida cotidiana, con el apoyo de una tecnología extraordinaria.

Impacto real en un futuro circular
El trabajo del Veneto Hub no es simplemente un ejercicio científico, sino una demostración concreta de cómo la innovación puede generar beneficios visibles y cotidianos para las personas y el medio ambiente. Cada acción llevada a cabo en el Hub contribuye a hacer de la circularidad una realidad vivida, en lugar de un objetivo abstracto.
- Prevenir el daño ambiental en la fuente. Al recolectar y gestionar adecuadamente los aceites de cocina usados, el Centro ayuda a evitar que se viertan en los desagües domésticos, donde pueden obstruir los sistemas de alcantarillado, contaminar las vías fluviales y aumentar el coste del tratamiento de aguas residuales. Cada litro recuperado representa tanto un recurso ahorrado como una reducción de la carga ambiental.
- Transformando residuos en nuevos materiales con un propósito. Los aceites recolectados en el Véneto se transforman en componentes renovables para materiales de origen biológico y biodegradables. Entre las aplicaciones más prometedoras se encuentran las películas delgadas para el envasado de alimentos y las soluciones sostenibles para la agricultura. Estos nuevos materiales pueden desecharse en la recogida de residuos orgánicos y enviarse a plantas de compostaje, lo que contribuye a reducir la contaminación en ríos y mares.
- Reducir la huella de carbono de los productos de uso diario. Al reemplazar materias primas vírgenes con recursos renovables ya disponibles en las comunidades locales, el Hub contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la producción y el transporte de materiales.
- Demostrando un nuevo modelo de simbiosis circular. El Centro Véneto demuestra que los sistemas urbanos e industriales pueden colaborar, transformando lo que un sector desecha en lo que otro necesita. Este principio —las ciudades que alimentan a las industrias con insumos renovables— ilustra la promesa más amplia de la simbiosis industrial-urbana.
- Producción de alternativas sostenibles para la agricultura. Algunos subproductos del proceso de biorrefinería se están transformando en películas de acolchado y fertilizantes orgánicos, alternativas biológicas naturales a los productos convencionales, que suelen ser más contaminantes y se fabrican lejos de su lugar de uso. Esto ayuda a acortar las cadenas de suministro y promueve un enfoque más regenerativo de la agricultura.
El impacto del Veneto Hub consiste en crear un sistema regional más inteligente, más limpio y más interconectado: uno que proteja los recursos naturales, reduzca los costos de infraestructura y garantice que los desechos de nuestras cocinas puedan convertirse en materia prima para un futuro sustentable.
Creado para la replicación
El verdadero valor del Centro Véneto no reside solo en sus logros tecnológicos, sino en lo que demuestra ser posible. Si bien los equipos especializados y las biotecnologías desarrolladas aquí pueden no ser fácilmente transferibles a regiones que carecen de infraestructuras similares, el modelo de colaboración sin duda puede serlo.
Lo que el Hub ofrece a otros territorios —en Italia, Europa y más allá— es un método probado de coordinación entre servicios públicos, industrias, cooperativas y organismos de investigación, que demuestra cómo los sistemas urbanos e industriales pueden funcionar en simbiosis. Igualmente replicables son las acciones de concienciación que involucran a los ciudadanos y las comunidades locales en la economía circular, desde campañas de recogida hasta iniciativas educativas.
Al documentar sus impactos ambientales y socioeconómicos, el Centro Véneto proporciona evidencia tangible de que conectar los flujos de residuos urbanos con la innovación industrial es viable y ventajoso. Estas lecciones se incorporarán directamente a la red más amplia de Círculos Unidos, ayudando a otras regiones a diseñar sus propios ecosistemas circulares y a seguir el camino trazado en Véneto.
Mirando hacia el futuro
El Veneto Hub allanará el camino hacia la aplicación industrial y validará el desempeño técnico y ambiental de los materiales de origen biológico derivados de aceites de cocina usados y otros flujos secundarios, garantizando que los procesos desarrollados puedan operar de manera eficiente y sustentable a escala.
Al mismo tiempo, el Hub seguirá involucrando a los actores locales (municipios, cooperativas, empresas y ciudadanos) en actividades de concientización y participación, fortaleciendo el compromiso comunitario y compartiendo los resultados de esta experiencia pionera en toda la región.
En el marco más amplio de United Circles, la iniciativa del Véneto se erige como uno de los centros de demostración, colaborando con centros espejo y semilla en otros países para probar, adaptar y replicar soluciones circulares. Invitamos a lectores, profesionales e instituciones a explorar el proyecto, seguir su progreso y participar en la construcción de la próxima generación de regiones circulares y simbióticas de Europa.
Escrito por Veneto Hub